El pasado 3 de septiembre, en la víspera del inicio de la cumbre de líderes del G20 en la ciudad de Hangzhou, China y Estados Unidos ratificaron el Acuerdo de París.

Ambos presidentes Xi Jinping y Barack Obama entregaron al secretario general de Naciones Unidas los documentos que certifican la adhesión formal de sus países al tratado. Ban Ki-moon se mostró optimista sobre la posibilidad de que, tras esta acción conjunta, el acuerdo pueda entrar en vigor a finales de este año. «Necesitamos 29 países más para que el Acuerdo de París entre en vigor. Tengo la esperanza y el optimismo que lo lograremos antes de fin de año cuando finaliza mi mandato como Secretario General», señaló Ban.

El presidente estadounidense alabó los esfuerzos realizados con China en la lucha contra el cambio climático a pesar de sus diferencias en otros ámbitos: «estamos dando ejemplo. Como las dos mayores economías y los dos mayores emisores del planeta, nuestra entrada en este acuerdo continúa el impulso de París y debe dar la confianza al resto del mundo de que nos dirigimos hacia un futuro con bajos niveles de carbono».

El acuerdo de París entrará en vigor 30 días después de que como mínimo 55 países que agrupen el 55% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero lo hayan ratificado. Hasta el momento 26 naciones han presentado sus instrumentos de ratificación (en su mayoría países isleños del Pacífico y el Caribe), pero sus emisiones apenas superan el 1% del total. En este sentido la ratificación del acuerdo por parte de China y EE.UU., los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del planeta con aproximadamente un 38% del total, supone un apoyo decisivo al acuerdo.

Según los documentos aportados China se compromete a alcanzar su pico de emisiones en el año 2030 -Pekín asegura que lo logrará incluso antes- y a aumentar hasta el 20% la proporción de fuentes no contaminantes en su consumo total de energía. Estados Unidos, por su parte, deberá reducirlas en un 28% para 2025.